Este monje se vio colmado de honores y fue nombrado marqués de Reinesberg por el emperador Leopoldo I de Alemania, con motivo de haber transmutado en presencia suya estaño en oro.
Verdad es -añade Louis Figuier, de quien tomo esta noticia- que algun tiempo después se reconoció que dicha operación había sido un fracaso del adepto.
Expresión usada en alquimia.