TRITEMO

O Tritheim (1462-1516) Monje y ocultista alemán nacido en la localidad de Tritheim, cercana a la histórica Tréveris. Se conocen de él pocos datos personales, si bien se cree que estudió en la universidad alemana de Heidelberg, en donde, según se dice, encontró a un misterioso maestro que le inició en las ciencias ocultas. Antes que el joven Tritemo regresara a su tierra natal, el citado maestro le indicó que durante el viaje encontraría la razón y la clave de toda su vida. Ya en camino, y cuando se encontraba cerca del monasterio benedictino de Sponheim, empezó a caer una fuerte nevada, lo que obligó al joven a refugiarse en él. Allí se quedó el tiempo suficiente para darse cuenta de que aquella vida monástica era la que le atraía profundamente.

Posteriormente, y siempre según cuenta la discutible historia, a la muerte del abad anterior, Tritemo fue elegido para el cargo cuando sólo contaba veintidós años. Dado que el monasterio se encontraba en un estado muy ruinoso, y los monjes se habían entregado a la molicie y a la desidia, el joven abad tuvo que trabajar muy duro para restaurar tanto el monasterio como a sus habitantes. En 1503 el éxito había coronado sus esfuerzos hasta el punto que la biblioteca contaba con varios miles de volúmenes. Su fama había alcanzado tal grado que era frecuente la visita de los emisarios de reyes y grandes señores, que deseaban conocer personalmente al sabio abad.

El emperador Maximiliano, según cuentan las crónicas, le mandó llamar a la Corte para que le aconsejara antes de contraer nuevo matrimonio. En palacio, Tritemo utilizó sus poderes ocultos para evocar el espíritu de la fallecida emperatriz, y lograr que fuera precisamente ella quien aconsejara al emperador.

Al margen de estos hechos, posiblemente fabulosos, lo cierto es que Tritemo no regresó a su monasterio de Sponheim, en donde los nefastos monjes se habían rebelado contra él y quemado toda su valiosa biblioteca. En su lugar fue nombrado abad del monasterio de san Jacobo, en la ciudad de Wurzburg. Allí permaneció el resto de su vida escribiendo sus tratados de ocultismo y de alquimia. No se sabe si llegó a conseguir la piedra filosofal, pero en sus libros habla de cómo se pueden realizar transmutaciones, si se emplea el método adecuado. No obstante, para él la piedra no es otra cosa que un principio universal, el spiritus mundi. Este principio, que procede directamente de Dios, lo penetra todo y en todo está presente.

Los seguidores de Tritemo en el mundo de lo esotérico fueron muchos. Ocultistas y alquimistas estudiaron intensamente sus tratados. Su influencia fue notable sobre figuras como Paracelso* y Agripa* Precisamente, según se cuenta, a este último le hizo una advertencia muy clara, tras la lectura de su obra De la filosofía oculta : «No me queda más que daros un consejo, que espero no olvidéis jamás: No habléis con el vulgo más que de cosas vulgares. Guardad para vuestros amigos los secretos más elevados. Dad pienso a los bueyes y azúcar a los loros. Espero que comprendáis lo que os digo, si no queréis que os pisoteen los bueyes, como suele suceder por desgracia».

La obra capital del abad Tritemo la constituyen sus Siete causas segundas. Una obra en la que lo esotérico y lo hermético se conjugan con lo religioso. La obra constituye un tratado de genealogías ocultistas. Tritemo afirma que esas siete causas segundas no son otra cosa que los siete ángeles o ministros de Dios, quien constituye la Causa Primera. Escribió también otras obras sobre temas muy variados, sin olvidarse de su amada alquimia. En algunas de ellas, caso de Antzpalus maleficiorunz, arremete contra le hechicería y la magia negra.

Expresión usada en alquimia.