Este eximio personaje, elevado por la Iglesia católico-romana a la categoría de santo, tomó de los árabes la afición a los trabajos herméticos.
Se le atribuyen varias proyecciones coronadas de éxito.
En su Tratado de la esencia de los minerales, dice este alquimista; "Si proyectáis sobre cobre arsénico blanco o sublimado, veréis blanquear el cobre; si añadís entonces la mitad de plata pura, transformaréis todo el cobre en verdadera plata".
Es de advertir, en honor a la verdad, que en la operación descrita no se trata de una verdadera transmutación, sino de una simple aleación de arsénico, plata y cobre.
(Figuier, L'Alchimie et les Alchimistes, París, 1860).
Concepto usado en el contexto del catolicismo y la Iglesia Católica