Para comprender de la manera debida esta importantísima y pavorosa cuestión, sobre la cual tan diversas opiniones se han emitido, hay que recordar primero algunos puntos capitales. Sabido es que el Manas es dual: su porción superior tiende a elevarse hacia el Buddhi, mientras que la inferior gravita hacia abajo, hacia los principios inferiores y más materiales. Estas dos porciones se hallan unidas por el Antahkarana, línea imaginaria o punto de comunicación entre el Manas inferior y el superior, o sea entre el Ego humano y el Ego divino, que son dos durante la vida humana, para convertirse en un solo Ego en el Devachan o en el Nirvâna. Por medio de este puente se transmiten al Ego superior las emanaciones más nobles y espirituales del alma humana personal, las únicas que sobreviven, y sólo injertándose así sólidamente al Ego personal en la Mónada (verdadero "Arbol de la Vida eterna"), y fundiéndose la naturaleza moral con el Ego divino, es como el Ego personal adquiere la inmortalidad.
Por el contrario, el Alma kármica humana, el Alma personal de un ser humano envilecido y perverso, que nunca ha tenido otros pensamientos que los relacionados con el yo animal, no teniendo, a la muerte del cuerpo, nada que transmitir al Ego superior, ni cosa alguna que añadir a la suma de las experiencias recogidas de pasadas encarnaciones, esta Alma personal, encontrando roto el puente que une el Manas inferior con el superior, queda separada del Ego y condenada a sobrevivir como entidad aislada, como kâma-rûpa, "cascarón vacío" o criatura "sin alma", y esta separación es para siempre, a menos que, mediante un supremo y definitivo esfuerzo, consiga el hombre establecer de nuevo el puente de comunicación entre el Ego inferior y el superior.
(Doctrina Secreta, III, 523).
-La expresión "segunda muerte" se aplica a varias muertes por que deben pasar los "Principios" durante su encarnación.
Así tenemos:
1) la muerte del cuerpo físico;
2) la muerte del alma animal (o Manas inferior) en el Kâma-loka;
3) la muerte del Linga-zarîra astral, que sigue a la del cuerpo, y consiste en la desintegración y desaparición completa de sus partículas astrales, y
4) la muerte metafísica del Ego superior, el inmortal, cada vez que "cae en la materia" o sea encarna en una nueva personalidad.
Pero, esotéricamente hablando, la "segunda muerte" es la muerte del Alma, esto es, su separación del Ego superior en la tierra durante la vida de una persona.
Esto es una verdadera muerte (aunque con posibilidades de resurrección) que no muestra huella en una persona y, sin embargo, la deja moralmente un cadáver viviente. (Id., 516).
Toda persona irrevocablemente materialista es un Hombre muerto, un autómata viviente, por muy grande que sea la potencia cerebral de que se halle dotado. (Id., 513).
-En los casos de "segunda muerte" se va aniquilando gradualmente el Manas inferior entronizado en el Kâma-rûpa; pero esta aniquilación no significa simplemente discontinuación de la vida humana en la tierra, porque la tierra es el Avîtchi, y el peor Avîtchi posible.
Expelido por siempre de la conciencia de la Individualidad el Ego se reencarna, los átomos físicos y las vibraciones psíquicas de la entonces separada personalidad se reencarnan inmediatamente en la misma tierra en una criatura inferior y aun más abyecta, en un ser que sólo tiene de humano la forma, sufriendo una larga serie de reencarnaciones inmediatas cada vez peores y más ruines en el plano animal, si persiste en su carrera de crimen y perversidad. (Id., 523).
Algunos de estos seres degradados, los que han nacido ya "sin alma", llegan a convertirse en invisibles aunque poderosos vampiros. (Id., 527).
-Véase: Reencarnación.
Término relacionado con el cristianismo, gnósticos, la Biblia, cristianismo esotérico.