La costumbre y la tradición hebrea ordenan guardar el sábado como día de fiesta sagrada para dedicarlo a Dios.
Un día en el que no se puede trabajar, tal y como aparece reflejado en el Antiguo Testamento.
Exodo (23;12): "Seis días trabajarás, pero el séptimo descansarás, para que descansen también tu buey y tu asno y tengan un respiro el hijo de tu esclava y el extranjero". Deuteronomio (5;12-16): "Guarda y santifica el día del sábado, como Yavé te ha mandado. Seis días trabajarás y harás tus faenas; pero el séptimo es descanso para Yavé, tu Dios: no harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguna de tus bestias, ni el extranjero que vive contigo, para que tus siervos descansen lo mismo que tú.
Acuérdate que tú también fuiste siervo en Egipto y de que Yavé, tu Dios, te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo. Por eso Yavé, tu Dios, te manda guardar el sábado".
En un principio el Cristianismo también dedicaba el sábado al culto, hasta que para diferenciarse de los judíos se adoptó el domingo como día de la conmemoración de la resurrección de Cristo y por tanto fecha de celebración de la Misa y fiesta de descanso.
No obstante con la evolución de la sociedad occidental este hecho ha cambiado, de tal forma que hoy en día hay dos días de descanso: sábado y domingo, y al celebración de la misa puede realizarse tanto en domingo como en sábado por la tarde.
Concepto utilizado en el judaísmo o, cábala