(Círculos, Anillos o Revoluciones). Como se ha dicho en el artículo Cadena Planetaria, ésta se halla constituída por siete globos o mundos dispuestos en forma de dos arcos unidos por su extremo inferior, uno descendente (que comprende los globos designados por las letras A, B y C) y otro ascendente (que comprende los globos E, F y G), figurando el globo D (el cuarto) en el punto de unión de ambos arcos.
Los siete globos de la Cadena constituyen en conjunto un agregado o cuerpo planetario que se desintegra y se forma de nuevo siete veces en el curso de la vida planetaria.
Esta Cadena tiene, pues, siete encarnaciones, por decirlo así, y los resultados de cada una se transmiten a la siguiente.
Estas siete encarnaciones (o manvantaras) constituyen la evolución planetaria, el reinado de un Logos planetario, y cada una de ellas se subdivide en siete períodos.
Una oleada de vida, procedente del referido Logos, da una vuelta completa por la Cadena, y siete de estas grandes oleadas de vida, denominadas "Rondas", completan un manvantara.
En cada una de estas Rondas o vueltas en torno de la serie de mundos que forman la Cadena planetaria, van desenvolviéndose las Mónadas o Individualidades humanas, y este desenvolvimiento se verifica por medio de oleadas sucesivas que corresponden a los diversos globos de la Cadena, siendo de advertir que así como el esquema completo de la Naturaleza a que pertenecemos se desenvuelve por medio de dicha serie de Rondas alrededor de todos los mundos, así también el desenvolvimiento de la humanidad en cada uno de los mundos se verifica a través de una serie de Razas desarrolladas por turno dentro de los límites de cada mundo.
Además, cada Ronda está especialmente destinada a la preponderancia de uno de los siete "principios" humanos, en el orden regular de su gradación ascendente.
(A. P. Sinnet: Budhismo Esotérico, págs. 82, 83).
El Aliento del Logos planetario despierta la vida sucesivamente en cada uno de los siete globos o mundos empezando por el globo A, en el cual hace surgir a la existencia, una tras otra, las innúmeras formas que en su totalidad constituyen un mundo.
Una vez llevada la evolución hasta cierto punto en el globo A, la oleada de vida pasa al globo B, y entonces el globo A se sume lentamente en apacible sueño, y de esta suerte va pasando la oleada de un globo a otro hasta haber recorrido todo el círculo en el globo G y terminado su evolución.
Sobreviene entonces un período de reposo (pralaya), durante el cual cesa toda actividad evolutiva exterior.
Al fin de este período de reposo, empieza de nuevo la evolución exterior, principiando la segunda Ronda por el globo A, como antes, pero en un grado más elevado de desarrollo evolutivo.
Este proceso se repite seis veces, pero en la séptima Ronda, o sea la última del manvantara, ocurre un cambio, pues el globo A, habiendo completado ya su séptimo período de vida, se desintegra de un modo gradual, sobreviene el estado de centro laya imperecedero, y al despuntar la aurora del siguiente manvantara se desenvuelve de dicho globo un nuevo globo A, como un cuerpo reciente, en el cual pasan a residir los "principios" del anterior planeta A.
Así, durante un manvantara, cada globo tiene siete períodos de actividad, viniendo a ser cada uno de ellos a su vez el campo en donde evoluciona la vida.
Si consideramos ahora un globo aislado, veremos que durante cada período de actividad evolucionan en él siete Razas-madres de una humanidad, al mismo tiempo que seis otros reinos no humanos (los tres elementales, el mineral , el vegetal y el animal), en mutua dependencia unos de otros.
Estos reinos contienen formas en todos los grados de evolución, y ante ellos se extiende la perspectiva de un desenvolvimiento superior; así es que cuando el período de actividad del primer globo llega a su fin, las formas evolutivas pasan al globo siguiente para continuar allí su desarrollo, y van siguiendo su carrera progresiva de un globo a otro hasta que termina aquella Ronda, y de nuevo prosiguen su curso, Ronda tras Ronda hasta el fin de las siete Rondas o sea del manvantara, y una vez más continúan ascendiendo de manvantara en manvantara hasta el término de las encarnaciones de su Cadena planetaria, en que el Logos planetario recoge los resultados de la evolución en la serie de planetas.
(Annie Besant: Sabiduría Antigua, cap. XII).
En cada Ronda hay catorce Manús, y cada uno de ellos, como patrón antropomorfizado de su Ronda o ciclo especial, es la idea personificada del Pensamiento divino, y por consiguiente es el dios especial, el creador y formador de todo cuanto aparece durante su respectivo ciclo de existencia o manvantara.
(Doctrina Secreta, I, 93).
Actualmente nos hallamos en el cuarto planeta (D) y en la quinta Raza de la cuarta Ronda del presente manvantara, exactamente en el punto medio del esquema mayor de nuestra evolución.
Véase, para más detalles, la Doctrina Secreta, la Genealogía del Hombre, etc.
(Véanse además los artículos: Anillos y Rondas, Cadena Planetaria, Ruedas, etc.).
Teosofía: definiciones usadas en teosofía, su interpretación del sánscrito y de las religiones de la India.
La presente definición debe ser entendida en este contexto por la particular orientación que la teosofía le da.