Puede referirse a diversos puntos, tales como a los regalos y comodidades de la vida, al uso de determinadas substancias (carne, alcohol, etc.) y a otras varias cosas de que se abstiene el asceta con el objeto de purificar su cuerpo y dominar su yo inferior.
Otra renuncia importante para los que siguen el sendero de la acción, o Karma-yoga, es la del fruto de las obras.
A este fin, toda obra se ha de ejecutar sin miras egoístas y sin deseo de recompensa ni en esta ni en la otra vida; de este modo las acciones dejan de engendrar Karma y no ligan a quien las ejecuta.
La renuncia al glorioso estado del Devachan, con todos sus sublimes goces de la sabiduría y del amor más puro aun de mayor trascendencia y señala un rápido progreso en la evolución humana, puesto que el ser que practica semejante acto de abnegación obra impulsado por el anhelo de aplicar en beneficio de la humanidad las energías espirituales que se hubieran gastado en aquellas regiones de bienaventuranza inefable.
Pero el colmo de la renuncia es la que practica aquel que, penetrado de compasión infinita hacia el mundo que gime en la tierra, lleva su abnegación hasta el extremo de que, teniendo ya en la mano el merecido premio de una serie incalculable de luchas y penalidades sufridas en el dilatadísimo curso de sus numerosas existencias, renuncia generosamente al Nirvâna para "desposarse generosamente con la angustia" y seguir el sendero de dolor hasta el fin de Kalpas sin término, con el fin de convertirse en un Bodhisattva o Salvador del mundo, padeciendo a su vez "sufrimientos mentales indecibles, sufrimientos por los muertos vivientes y compasión impotente hacia los hombres que gimen en kármica congoja".
(Voz del Silencio, II y III).
Voz asociada con religión y religiones antiguas.