Según dice el ilustrado egiptólogo Mariette, las pirámides no eran más que monumentos funerarios.
Las tres grandes pirámides de Gizeh son las tumbas de Cheops, Chefren y Micerinus; las pequeñas son sepulcros de los miembros de la familia de estos reyes.
En concepto de E. de Rougé, las pirámides funerarias eran monumentos votivos relacionados con el culto solar.
"El personaje principal -dice- se halla ordinariamente representado en actitud de adoración, con el rostro vuelto hacia el mediodía; y a su izquierda hay las fórmulas de invocación al sol naciente, y a su derecha las análogas dirigidas al sol poniente".
Nuevos y más detenidos estudios han venido a demostrar que las cuatro caras de tales monumentos están orientadas de modo que corresponden a los cuatro puntos cardinales, obedeciendo así a un fin astronómico.
En efecto, las pirámides se hallan íntimamente relacionadas con la idea de la constelación del Gran Dragón, los "Dragones de Sabiduría" o los grandes Iniciados de la tercera y cuarta razas, y con las de las inundaciones del Nilo, consideradas como un recuerdo del gran diluvio atlántico.
(Doctrina Secreta, II, 369).
En la construcción de la Gran Pirámide, basada en el sistema decimal (el número 10, o sea la combinación de los principios masculino y femenino), se observa un sistema de ciencia exacta, geométrica, numérica y astronómica, fundada en la razón integral del diámetro a la circunferencia del círculo.
La construcción de las pirámides constituye el perdurable recuerdo y el indestructible símbolo del curso de los astros, así como de los Misterios e iniciaciones.
En efecto: las medidas de la Gran Pirámide coinciden con las del alegórico Templo Salomónico, emblema del ciclo de la Iniciación, como coinciden también con las del Arca de Noé y del Arca de la Alianza.
(Doctrina Secreta, I, 333-334, y II, 487).
Y realmente, dicho monumento era un santuario majestuoso en cuyos sombríos recintos se celebraban los Misterios y cuyas paredes habían sido mudos testigos de escenas de iniciación de miembros de la familia real.
El sarcófago de pórfido que el profesor Piazzi Smyth había tomado por un simple depósito de grano, era la fuente bautismal; al salir de ella, el neófito "renacía", y quedaba convertido en adepto.
(Isis sin velo, I, 519).
La Pirámide era igualmente símbolo del Principio creador de la Naturaleza, así como de la excelsa jerarquía de los Espíritus (Devas, Pitris, etc.).
Simbolizaba, además, el universo fenomenal sumiéndose en el universo noumenal del pensamiento en el vértice de los cuatro triángulos, y por último simbolizaba el mundo ideal y el visible, puesto que en su figura se ven combinados el triángulo de los lados, el cuadrado de la base y el vértice, o sea la Tríada y el Cuaternario, el 3 y el 4.
(Doctrina Secreta, I, 677).
Egipto: cultura egipcia, arqueología, religión.