Debiera decirse "palabras perdidas" y secretos perdidos, en general, porque aquello que se ha llamado "Palabra" perdida, no es palabra en manera alguna, como en el caso del Nombre inefable.
(Véase esta palabra).
El Grado del Arco Real de la masonería ha estado en "busca de ella" desde que se fundó.
Pero los "muertos", especialmente los matados, no hablan; y aun cuando "el Hijo de la Viuda" volviese a la vida "materializada", difícilmente podría revelar lo que jamás existió en la forma en que ahora se enseña.
El Shemhamphorash (el nombre separado, mediante cuyo poder Jeshu Ben Pandira, según dicen sus detractores, obró sus milagros después de haberlo robado del Templo), sea derivado o no de la "substancia existente por sí misma" del Tetragrammaton, jamás puede substituir el Logos perdido de la magia divina.
[Siglos depués de nuestra era, los iniciados de los templos interiores y los mathams (comunidades monásticas) elegían un consejo superior presidido por un todopoderoso Brahmâtmâ, jefe supremo de todos estos mahâtmâs, único guardián de la mística fórmula y el único que podía explicar la significación de la sagrada palabra AUM y la de todos los ritos y símbolos religiosos.
Pero existía y existe aun hoy día una Palabra que supera mucho al misterioso monosílabo y que hace casi igual a Brahma a aquel que está en posesión de su clave.
Los Brahmâtmâs son los únicos que poseen esta clave, y sabemos que en el Sur de la India hay actualmente dos grandes Iniciados que la poseen, y sólo pueden transmitirla en la hora de la muerte, porque es la "Palabra perdida".
ningún tormento, ningún poder humano podrían obligar a ningún brahmán que la conozca, a revelar un secreto que tan bien guardado está en el Tibet.
(Doctrina Secreta, III, 411-412).
Con mucha razón decía el vidente Swedenborg: "Busca la Palabra perdida entre los Hierofantes de la Tartaria, de la China y del Tibet".]
Término utilizado en esoterismo, espiritualidad o, en el movimiento rosacruz.