Gustav Meyrink (1868-1932) Escritor esotérico alemán.
Tras una infancia conflictiva, Meyrink tuvo que dedicarse al mundo de las finanzas en el que no obtuvo grandes éxitos.
Interesado vivamente por el esoterismo se metió de lleno en los círculos ocultistas de Praga, Zurich y Viena, no tardando en convertirse en una de las máximas figuras de una logia de Praga. Entró en contacto con Annie Besant y, por tanto, con la teosofía*. Pero también quiso conocer la tradición oriental, profundizando en la experiencia mística. Uno de sus biógrafos asegura que Meyrink poseía verdaderos poderes paranormales, cosa que documenta con hechos muy llamativos. Otro de sus comentaristas, Gerard Heym dice que fue el médium literario más notable de toda la literatura europea: «Se interesaba apasionadamente —escribe— por los fenómenos ocultos; y toda su vida constituyó una larga búsqueda dentro del conocimiento esotérico. Figura entre los poquísimos europeos que han logrado asimilar al menos una rama de la técnica del yoga, y utilizó esa posibilidad de desarrollar la sensibilidad de su cuerpo físico para perfeccionar sus facultades de videncia y mediumnidad.»
Meyrink vivió un proceso interior muy intenso que, indiscutiblemente, marcó su vida. Desde sus primeras obras consiguió un notable éxito, y en ellas se puede encontrar mucho más que un ejercicio de literatura brillante. En los personajes más importantes de sus obras se puede encontrar una característica común de honda naturaleza hermética: la conciencia de la dualidad esencial de los principios femenino y masculino que existen en todo ser humano. En el Golem, una de sus obras más famosas, ese andrógino espiritual está representado por la pareja de los protagonistas, como símbolo de la reconciliación de todos los contrastes. También tocó en sus obras la teoría de los ciclos, basada en el simbolismo de los números, incidiendo en la idea de que todos los procesos históricos, especialmente aquellos acontecimientos más importantes, tienen un doble desarrollo: por un lado se manifiestan en el plano material, ya sea político o social; por otro, en el plano espiritual, el de los seres iniciados.
Meyrink recogió también la idea de la legendaria Agartha, ese centro espiritual de la Tierra gobernado por los Superiores Desconocidos*, auténticos señores del mundo. Ejemplo del ocultista y esoterista que encuentra en la literatura la forma idónea de plasmar brillantemente sus ideas y su camino interior, Gustav Meyrink, cuyo verdadero nombre fue Gustav Meyer, murió apaciblemente en Stamberg, a orillas del lago del mismo nombre.
Término utilizado en esoterismo, espiritualidad o, en el movimiento rosacruz.