MARTINI

MARTINI

Profesor de filosofía en Helmstadt, célebre por sus diatribas contra la alquimia. Un día, en una de sus lecciones públicas, mientras se desataba en improperios contra los buscadores de la piedra filosofal y aducía argumento tras argumento contras sus doctrinas, un gentilhombre extranjero que estaba allí presente le interrumpió de muy buenos modos y le propuso una discusión pública

Después de haber refutado uno por uno todos los argumentos del profesor, el gentilhombre pidió que le facilitaran al punto un crisol, un hornillo y plomo, y acto continuo operó la transmutación; convirtió dicho metal en oro y lo ofreció a su estupefacto adversario diciéndole: Domine, solve mi hunc syllogismum (Señor, resuélveme este silogismo)

Esta demostración tan patente causó la completa conversión de Martini, que, en la edición siguiente de su Tratado de Lógica, se expresa en estos términos: "Nada diré contra la verdad de esta arte, puesto que no puedo rechazar los testimonios de tantas personas honradas que aseguran haber visto con sus propios ojos la sublimación de los metales y haberla ejecutado ellas mismas

Mentir sería aquí una locura, sobre todo para un discípulo de la Sabiduría"

(Figuier, L'Alchimmie et les Alchimistes, pág. 246).

Expresión usada en alquimia.