Juan José Lanza del Vasto (1901-1986) Maestro espiritual, fundador de la institución «el Arca».
Nacido en una pequeña localidad de la Apulia italiana, cercana a Brindisi, su familia pertenecía a la antigua nobleza de la región, los príncipes Lanza di Trabia.
Lanza cursó sus primeros estudios en el famoso liceo parisino de Condorcet y, posteriormente, se doctoró en Filosofía en la Universidad de Pisa, con una tesis en la que desarrollaba una teoría propia sobre la trinidad espiritual.
Pasó buena parte de su juventud en Pisa, Florencia, Berlín y París, siempre en medio de una gran inseguridad, tanto material como espiritual.
En 1936, dominado por un anhelo de búsqueda interior, que le producía una gran angustia e incertidumbre, tomó la decisión de abandonar el mundo que le rodeaba y partir hacia Oriente. Uno de sus comentaristas, Michel Random, al referirse a esta etapa de Lanza, escribe: « Su partida a la India constituye un paso adelante hacia una ascesis y hacia nuevas esperanzas. Regresará de allí como un profeta en marcha, dispuesto a sacudir con estruendo el polvo de sus sandalias sobre la faz del mundo».
Un año después, en 1937, Lanza visitó a Gandhi, ya que creía que encontraría en esta figura espiritual lo que andaba buscando. La entrevista le produjo un estado de intenso fervor. Poco después le escribía para participarle su deseo de fundar en Francia un movimiento que siguiera los pasos del Mahatma.
Sin embargo, la respuesta que recibió no pudo ser más lacónica ni desalentadora, «¿Has sido llamado?», le contestó Gandhi.
De nuevo en Europa conoció en 1939 a Gurdjieff *, y durante algún tiempo formó parte de los «grupos». Pero esta adhesión no podía durar mucho, ya que existía una gran incompatibilidad entre estas dos personalidades: el refinado y austero aristócrata italiano, y ese otro revolucionario maestro de corte chamánico, cuya potencia vital puede hacer explosión en cualquier momento con manifestaciones desaforadas, ya sea en el plano espiritual o en el fisico. Por esos años Lanza dedicó gran parte de su tiempo a escribir.
Entre sus obras destaca El peregrinaje a las fuentes, cuya publicación representó todo un éxito, adquiriendo muy pronto una gran difusión en todo el mundo.
A pesar de la reticencia mostrada por Gandhi ante el proyecto que tenía Lanza de formar su propio grupo de trabajo interior, se decidió finalmente a llevarlo a cabo, siguiendo en gran medida las directrices marcadas por el gran maestro hindú. Denominó a su movimiento «orden laborioso no violento», que recibió, más tarde, el nombre de «el Arca». La comunidad se estableció en una pequeña localidad cerca de Avignon, de la que posteriormente pasó a otra, en el Hérault. Allí dirigió Lanza de forma serena ese grupo de seguidores que vestidos enteramente de blanco, como él, producían manualmente cuanto necesitaban para su sustento. Las mujeres hilaban en la rueca y los hombres trabajaban en la forja, en la carpintería o en los campos, cultivando sus propios y exclusivos alimentos.
En esta comunidad del Arca estaba —y sigue estándolo— proscrito todo cuanto se considera «fruto del progreso», algo que se hace tan imprescindible al hombre de nuestros días.
No existe ni electricidad, ni teléfono, radio o televisión. Al llegar la noche los miembros, junto con sus hijos, se reúnen para mantener charlas y ejercicios, a la luz de las velas. La dieta que se sigue es completamente vegetariana. Lanza, de acuerdo con su espíritu tolerante, admitió en su comunidad a seguidores de todas las religiones. Hoy día, los grupos de el Arca se han establecido en distintos países, conservando de forma escrupulosa sus características. Los miembros hacen voto de pobreza, de trabajo, de obediencia y de no violencia.
Movimientos, corrientes religiosas o de desarrollo personal que no se encuentra directamente afiliado a las organizaciones convencionales.