El término procede de la voz latina janua, puerta.
Deidad romana representada con dos rostros que miran en direcciones opuestas.
Jano constituye, como todo cuanto se orienta a la vez hacia la derecha y a la izquierda, un símbolo de la totalidad, una fusión de los opuestos.
Los romanos asociaban a Jano al destino, al tiempo y a la guerra, creyendo que sus dos rostros se dirigían hacia el pasado y el futuro, respectivamente.
Para Guénon*, Jano representa el «maestro de las dos vías», al mismo tiempo que es "el señor del conocimiento". Ese mismo autor considera que Jano al poseer dos caras, la del futuro y la del pasado, está ocultando una tercera, la del presente.
Por esta razón, se erigieron posteriomente rostros trifonnes, con un tercero que miraba al frente. A Jano le estaba dedicado el primer mes del año, ya que se le consideraba el dios de todo comienzo. Divinidad de claro contenido hermético, Jano preside todo cuanto se abre, al igual que todo aquello que se cierra.
Expresión utilizada en mitología.