Tribunal eclesiástico encargado de combatir y reprimir las herejías.
Establecido por el Papa Gregorio IX entre 1227 y 1235 en toda Europa, tuvo especial importancia en España, donde fue instaurado por los Reyes Católicos que vieron en la Inquisición una fuerza más que sumar a sus intereses de lograr la unidad del reino, alcanzando un importante desarrollo y una labor decisiva durante los reinados de los Austrias y los Borbones, de los siglos XVI a XIX, hasta que la regente Maria Cristina la declaró definitivamente suprimida el 15 de julio de 1834.
Esta acción de la justicia eclesiástica supuso la erradicación de la herejía real y supuesta de las tierras dominadas por el Cristianismo, en general, y por el Catolicismo en particular.
Cualquier persona sospechosa de ser hereje era "hábilmente interrogada" (a base de tortura), condenada a prisión o ejecutada en la hoguera. Su labor no solo estuvo referida a las personas, sino que también actuó contra las ideas y los libros.
Concepto usado en el contexto del catolicismo y la Iglesia Católica