Movimiento místico judío que toma su nombre de los hasid o «piadosos» que ya aparecen en tiempos de los Macabeos.
En sus inicios tuvieron estrechos contactos con los fariseos y los esenios.
En el siglo XVIII reaparecen, esta vez para ocupar un lugar importante en el pensamiento judío.
El fundador del neohasidismo fue un carretero de Podolia, Israel ben Eliezer (1700-1760) más conocido como el Baal Schem Tob (o Besch), o sea, el «Maestro del Nombre Verdadero». Besch abandonó a su familia y se convirtió en un predicador ambulante que recorrió las comunidades judías de Hungría, Ucrania y Polonia.
A pesar de sus enfrentamientos con los rabinos talmudistas, Besch consiguió hacer un buen número de discípulos.
Los nuevos hassidin son una especie de místicos exaltados que practican, cuando oran, unos ritmos alucinantes. Se dedican al curanderismo, a la distribución de amuletos, y a fundar pequeñas comunidades que quedan bajo la tutela absoluta de un "rabino milagroso".
La piedad de estos judíos heterodoxos es alegre, teniendo una concepción optimista del mundo. No desprecian los bienes terrenales, y se puede apreciar en sus devociones un cierto matiz de charlatanismo.
La línea místico-- religiosa de los nuevos hassidin es ciertamente revolucionaria y se enfrenta con el judaísmo más ortodoxo. Para ellos la Creación no es algo determinado en el tiempo, sino que constituye una actividad perenne. Todo ser encierra en sí una parcela de divinidad y, más especialmente, el hombre, que es un ser provisto de razón y pensamiento. El individuo, incluso el malvado, no debe ser considerado como un sujeto de desconfianza, ya que sólo hay que desconfiar del mal que alberga dentro de sí. Incluso el mismo Satanás tiene algo de Dios. Es necesario que en la sociedad se trate de defender al malhechor. La tarea de los hasidin consiste en ser los intermediarios entre Dios y el hombre.
Uno de los rasgos fundamentales de este movimiento inspirado en conceptos cabalísticos un tanto deformados es su optimismo, como ya queda dicho. Para sus seguidores el mundo es un lugar lleno de luces y de secretos maravillosos, y sólo una mano oculta impide que el ser humano perciba esas grandes luces. Besch insistía en que el había venido al mundo para hacer que el hombre amase a Dios y a la Torá, y se abstuviese de todo tipo de mortificaciones porque, al fin y al cabo, en toda cosa y en todo ser vive una chispa de Dios. Y sólo el hombre es capaz de liberar esta chispa para volverla a unir con lo divino.
En el siglo XX, Martín Buber (1878- 1955) conoció a los hassidin que ejercieron gran influencia sobre su pensamiento y marcaron las directrices de su obra literaria y de su acción política. Buber, que fue profesor de ciencias religiosas de la Universidad de Frankfurt, se había expatriado a la subida del nazismo, para instalarse en Jerusalén, defiende y define el sionismo según los tres principios de creación, revelación y redención.
Buber fue un promotor y recopilador de historias y cuentos hassidin. En uno de sus artículos se puede leer lo siguiente: «Es deber de toda persona saber apreciar que ella es única en el mundo, por su índole particular; y que nunca ha habido alguien parecido a ella en el mundo, pues, de haberla habido, ella no habría necesitado venir a él.
Todo hombre es algo nuevo en el mundo, y está llamado a ejercer su particularidad en él...»
Concepto utilizado en el judaísmo o, cábala