Expresión hermética de la alquimia* que también recibe las denominaciones de Gran Magisterio y Ars Magna.
En principio, y en su forma más superficial, la Gran Obra consistiría en lograr la transmutación de los metales en oro.
Para el auténtico alquimista, sin embargo, semejante transformación no sería más que la manifestación externa de su propia transmutación interior.
Es un hecho que tanto el alquimista occidental como el oriental «trabajaban» sobre sí mismos, es decir, sobre su plano físico y psicológico, al igual que sobre el espiritual y el moral. Muchos textos alquímicos están de acuerdo en ensalzar las virtudes que debe tener el alquimista a la hora de iniciar su obra: qa de sentirse en plena sintonía con lo que está haciendo, ha de mostrarse sabio y también inteligente, dedicando mucho tiempo a la meditación y a la oración.
Así pues, no se trata de meras manipulaciones químicas, aunque éstas resulten imprescindibles.
La Gran Obra es, en definitiva, .a transformación del adepto en auténtica piedra filosofal; pues, como dice el alquimista: «Transformaos vosotros mismos de piedras muertas en piedras vivas.»
Expresión usada en alquimia.