Símbolos o conceptos simbólicos utilizado en esoterismo o religiones.
Es un símbolo solar, emblema de la vigilancia y de la actividad gloriosa.
En la Grecia clásica se solía inmolar un gallo al dios de la medicina para obtener la curación de los enfermos.
Como símbolo de vigilancia y de resurrección, solía colocarse, durante la Edad Media, en las veletas que coronaban las torres de iglesias y catedrales.
En África así como en algunos lugares de Sudamérica (cultos de macumba) y del Caribe (cultos de vudú), el gallo es guía de ánimas en los ritos de iniciación y ofrenda en numerosas celebraciones extáticas mágico-religiosas.
De la creencia en una vinculación entre los difuntos y el gallo, por lo general negro, derivan los sacrificios de gallos para entrar en contacto con aquéllos.
Como heraldo matutino del Sol, y por su vistoso plumaje e intenso color rojo de la cresta, adquiere simbolismo solar y del fuego para muchos pueblos (por ejemplo sirios, egipcios y griegos).
En el Japón se creía que el gallo debe cantar por la mañana para que la diosa del Sol se avenga a salir de su caverna.
Por su obvia vinculación con el amanecer simboliza la victoria de la luz sobre las tinieblas, así como la vigilancia.
En las creencias populares el canto del gallo suele adquirir propiedades apotropicas, por ejemplo contra los demonios de la noche, o contra incendios en tanto que animal próximo al fuego (sobre todo el gallo rojo) y guardián al mismo tiempo.
Por su poderoso instinto genésico es además emblema de fecundidad, de manera que los sacrificios de gallos pasaron a formar parte de distintos ritos de las cosechas.
En el lejano Oriente y también entre los griegos romanos figura, por su combatividad, como símbolo de la lucha, del valor y de la gallardía.
En su función de anunciador del amanecer, para los cristianos es símbolo de la Resurrección y del retorno de Cristo en el día del juicio Final.
El gallo de las veletas, o guiraldilla, por el lugar elevado en que se halla es el primero que recibe la luz de la mañana, con lo cual simboliza la victoria de la luz de Cristo sobre los poderes de las tinieblas y al mismo tiempo, recuerda el deber de la oración matutina.
En la Europa actual el gallo suele simbolizar la vanidad masculina o el comportamiento del que "gallea" o "se hace gallito".