Palabra procedente del arameo "perusim" que puede traducirse por "separados". Eran sucesores de los asideos y desde el siglo II antes de Cristo se distinguen por la estricta observancia que realizan de la Torá.
A diferencia de los saduceos, valoraban mucho la tradición oral y eran hombres de ideas avanzadas en teología. Creían en la resurrección después de la muerte, en la retribución, en los ángeles, en el libre albedrío humano y en la providencia divina.
En el Nuevo Testamento aparecen como contrincantes de Jesucristo, aun cuando posteriormente muchos de ellos se hicieron cristianos. Incluso llegaron a formar una sociedad política que desapareció en el año 70, incorporándose sus creencias al judaísmo rabínico.
San Mateo (5:19-20): "Así que el que viole uno sólo de estos mandamientos, aun los más pequeños, y enseñe lo mismo a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos. Pero el que los cumpla y enseñe, éste será grande en el Reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos".
San Lucas (18;9-15): "También a unos, que se tenían por justos y despreciaban a los demás, les dijo esta parábola: "Dos hombres subieron al Templo a orar; uno fariseo, el otro publicano. El fariseo, bien plantado, hacia interiormente esta oración: Oh Dios, te doy gracias de que no soy como el resto de los hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago los diezmos de todo lo que poseo. Por su parte, el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: 'Oh Dios, ten piedad de mi que soy pecador'. Os digo que éste bajó a su casa justificado, y el otro no. Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
Concepto utilizado en el judaísmo o, cábala