Concepto empleado en el hinduismo.
El culto fálico, es decir al órgano sexual masculino como símbolo de la fertilidad es muy antiguo, y aparece reflejado tanto en creencias animistas primarias como en religiones más modernas y complicadas.
Aparece en Egipto, las procesiones fálicas son descritas por Heródoto quien afirma que se transportaban imágenes con enormes falos que eran movidos por los sacerdotes con cuerdas.
Costumbre semejante se daba en la Grecia clásica en las festividades dionisiacas, en el culto a Hermes, a Deméter y sobre todo a Príapo.
Lo mismo sucedía en las culturas indígenas de América y en algunos pueblos africanos y asiáticos. Pero sobre todo, donde más profundo está su simbolismo es en la India. El culto a Siva está saturado de él (ver lingam*), y sus reproducciones aparecen por doquier. Incluso en esta zona existe una secta, la de los saktas, cuya doctrina es eminentemente fálica.
El término procede del griego phallos y constituye el símbolo de la continuidad de la vida, del poder activo y de la fuerza en su propagación cósmica.
Los cultos fálicos fueron muy frecuentes en la Antigüedad, desde India, China y Egipto hasta la Grecia clásica (Dionisio, Démeter, etc.).