Palabra que procede de la griega "euanguelion", que quiere decir "buena nueva".
Aunque ya en el Antiguo Testamento se utilizó la palabra "evangelizar" con un sentido religioso, así lo emplea Isaías para relatar el regreso del destierro de Babilonia, es con el Nuevo Testamento con el que aparece más claramente definido lo que representa en si la palabra evangelio.
Jesús se aplica a si mismo las palabras de Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha ungido, me ha enviado a evangelizar a los pobres, a predicar a los cautivos la liberación, a dar vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos, a proclamar un año de gracia del Señor".
Originalmente el Evangelio no es un libro, es la "Buena Nueva", la gran noticia anunciada por Jesús de Nazaret, la llegada del Reino de Dios. Tampoco es una predicación, ni un escrito o un discurso. Es el hecho de la labor de Cristo, relatado a través de cuatro divisiones semejantes y diferentes, debidas a cuatro discípulos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
El Evangelio de San Mateo se encuentra determinado por la presencia de cinco discursos que tienen como tema central el Reino de los Cielos: el Sermón de la Montaña, es la promulgación de la Carta Magna del Reino; el Sermón Apostólico se dirige a los misioneros de la Buen Nueva; el Sermón en Parábolas, presenta las características y naturaleza del Reino; el Sermón Eclesiástico está consagrado a los primeros discípulos, que con Pedro a la cabeza constituyen la incipiente Iglesia; y el Sermón Escatológico describe con rasgos apocalípticos el fin de la Alianza Antigua y el comienzo de la Nueva Era. Este conjunto está prologado por la Infancia y su epílogo es la Pasión-Resurrección. El Evangelio de San Marcos centra más la atención en los hechos ocurridos durante la vida de Jesucristo: Introducción, con las predicaciones del Bautista, el bautismo de Jesús y las tentaciones; Ministerio de Jesús en Galilea, diferentes jornadas apostólicas entorno al movimiento de Jesús; Ministerio fuera de Galilea; Ministerio en Jerusalén y viaje a través de Perea; Historia de la Pasión y Resurrección, y Apéndice. El Evangelio de San Lucas, mantiene el esquema de Marcos, aunque aporte algunas características propias: Prólogo; Infancia de Jesús; Ministerio en Galilea; Viaje a Jerusalén y Ministerio en Jerusalén.
Estos tres evangelios son considerados sinópticos, ya que coinciden no solamente en el esquema fundamental, sino en muchos detalles secundarios. Se dice de ellos que puestos en tres columnas paralelas pueden ser leídos simultaneamente de un solo golpe de vista.
El cuarto Evangelio es el debido a San Juan, que si bien a priori mantiene unas ciertas coincidencias con los sinópticos: encuentro Jesús-Bautista; Ministerio en Galilea; Ministerio en Jerusalén; Pasión y Resurrección. Cuenta también con diferencias notables en cuanto a su contenido. Las narraciones comunes con los otros evangelios son pocas o casi nulas, y mantiene una unidad de composición interna propia. Posee dos partes claramente diferencidas: "libro de los milagros" y "libro de la Pasión. Ambas están articuladas por el pensamiento de Jesús sobre la Pasión-Resurrección, que marca el momento por excelencia de su vida.
Estos cuatro evangelios son considerados como canónicos, ya que existen otros denominados apócrifos que han sido eliminados del Canon de la Iglesia: Evangelio de Taciano, de Ammonio, Protoevangelio de Santiago, de Santo Tomás, de Nicodemo, de san Felipe, de los Ebionitas.
En el Corán también aparecen mencionados los Evangelios pero con el sentido de una revelación anterior procedente de Dios. Por ejemplo en la aura tercera, aleya tercera, podemos leer: "En verdad El te reveló el Libro como había revelado la Biblia y el Evangelio".
Símbolos o conceptos simbólicos utilizado en esoterismo o religiones.