BRUNO

Giordano Bruno (1548-1600).

Filósofo italiano, quemado en la hoguera por hereje.

Bruno ingresó a los dieciocho años en la orden dominica, si bien tuvo que abandonarla diez años más tarde bajo la sospecha de herejía. A partir de entonces empezó una vida errabunda por Europa que no concluiría más que con su muerte.

En Ginebra se convirtió al calvinismo, religión que abandonó rápidamente, tras entrar en conflicto con las autoridades locales.

De Ginebra pasó a Toulousse y, finalmente, a París. En esta última ciudad publicó sus primeras obras, algunas de ellas influidas en las doctrinas de Ramón Llull* Posteriormente pasó a Londres y Oxford.

De su etapa inglesa son algunas de sus obras más importantes:

La cena del miércoles de ceniza,

De la causa, del principio y de lo uno,

Sobre el infinito universo y los mandos.

De nuevo regresó a París, y de ahí viajó a Praga, Wittenberg y Fanckfurt. De esta época son varias obras suyas, entre las que destaca el extenso tratado De imaginum compositione. Tras una nueva estancia en Suiza, pasó a Venecia, reclamado por un notable de la ciudad que quería instruirse en artes mágicas, materia que Bruno dominaba.

Venecia constituyó su perdición, ya que el patricio Mocenigo, el notable que había mandado llamarle, no quedó satisfecho con sus enseñanzas y le denunció por herejía a la Inquisición. El Santo Oficio logró su extradición a Roma, en cuyos calabozos inquisitoriales permaneció ocho años. Giordano Bruno.

Entre otras cosas, su visión del Universo defendía la teoría de Copérnico.

El juicio de Bruno fue largo y penoso, pero el filósofo jamás se retractó de sus doctrinas. Se le condenó entonces como hereje, y fue quemado vivo en Capo dei Fiori.

La dignidad y presencia de ánimo que Giordano Bruno dio en todo momento a lo largo de su prolongado juicio, y en los últimos instantes en que subió con notable valentía a la Hoguera, le han convertido en un mártir del pensamiento libre, gozando por ello de un merecido respeto a lo largo de los siglos.

En las distintas fases del pensamiento filosófico de Bruno se aprecia la ida constante de la infinitud del mundo, de su unidad y animación, todo ello se enfrenta al viejo concepto cosmológico ptolemaico y aristotélico. Pero, sobre todo, está su rechazo de cualquier tipo de autoritarismo doctrinario, ya esté impuesto por la Iglesia, por la filosofía escolástica.

A la vieja idea aristotélica de un universo finito y dividido, opone otro infinito y unitario. Esta idea de la infinitud y unidad de la naturaleza es la consecuencia de su aceptación plena de las teorías copernicanas y de su indiscutible interés por los descubrimientos científicos de Tycho Brahe.

Una de las principales características del pensamiento de Bruno puede hallarse en su obra De los heroicos furores, en la que hace una apología del «furioso», es decir, del individuo que se entrega plenamente a la búsqueda de la verdad, y no acepta otros dictados que los marcados por su íntimo y lúcido razonamiento, contemplando la naturaleza en toda su unidad infinitud.

Bruno defiende una religión racional o natural que lleve al hombre a la fusión con la naturaleza, poniéndolo en contacto con sus poderes.

Todo ello hace Ce Bruno un pensador moderno y muy adelantado a su época que, por otro lado, se sintió muy atraído por la magia —es decir, por el conocimiento de las leyes ocultas de la Naturaleza— en la que mostró amplios conocimientos.

Símbolos o conceptos simbólicos utilizado en esoterismo o religiones.