Ibn Arabí, gran místico del Islam, que vivió durante el siglo XII-XIII, desarrolló una inmensa obra basada fundamentalmente en un esoterismo que descansa sobre siete estructuras identificables por los arquetipos de la Emanación, del Doble y de la Libertad, por una parte; del Abismo, de la Luz soberana, del Creador y del Espíritu revelador, por otra.
Para Arabí, el Creador saca de su propia sustancia el mundo creado; esta sustancia no ha dejado nunca de ser, pero no ha dejado nunca de estar en movimiento, como existente, la maduración, la evolución la corrupción siguen unidas a su naturaleza de cosa creada. Al contrario, el mundo-reflejo emana del Formador, siendo un Modelo, el Formador es inmutable por necesidad y el reflejo nacido de él no puede estar en movimiento. Si el dios futuro ha de ser el dios Libertad y si la Emanación el Doble deben figurar entre sus componentes, es preciso imaginar, pues, que en cierto momento del porvenir, el proceso se invertirá. Moviéndose por la razón de haber sido creado, el mundo imagen recreará un Modelo en movimiento; por el mundo de las formas la materia creada suscitará un nuevo dios Modelo y Creador. Tal había sido el Verbo de Mahoma, que se podía expresar por: "La Divinidad de acuerdo con la creencia es creada por aquel que se concentra sobre Ella, porque Ella es su obra...Es la única divinidad que se puede definir porque es la única que el corazón del hombre puede concebir".
Símbolos o conceptos simbólicos utilizado en esoterismo o religiones.