Símbolos o conceptos simbólicos utilizado en esoterismo o religiones.
Al igual que en los ritos de numerosas religiones, el agua tuvo un significado trascendental en la magia. El rito de la ablución tiene que ver más con la purificación del espíritu que con la del cuerpo, especialmente en las ceremonias de iniciación.
En ciertas sectas se practicaba la ablución en el curso de ceremonias secretas, al igual que en ciertas fiestas de indiscutible cariz hermético, como los misterios eleusinos. En la mitología, el agua simboliza el último viaje. El agua, según Gastón Bachelard, posee calidades muy diferentes; hay aguas claras, aguas transparentes, estancadas y muertas, profundas y tempestuosas, dulces y saladas. El agua era, para los antiguos caldeos, «la casa de la sabiduría»; Oannes, el personaje mítico de Babilonia, que revela a los humanos la cultura, es representado por un ser, mitad hombre y mitad pez. Julius Evola* afirma que nada existe sin el agua divina. No obstante, es necesario aclarar que la palabra «divina» debe entenderse en su referencia a la vida terrestre, a la vida natural y nunca metafísica. En la alquimia* el agua desempeña un papel significativo como Segundo de los Cuatro Elementos. Es el elemento que vivifica lo saturniano en el cuerpo del hombre. y se manifiesta a través del sistema nervioso, linfático y glandular.
En casi todas las religiones y movimientos sectarios, es la purificación de cualquier substancia o materia, e incluso la que deben realizar los adeptos antes de una ceremonia religiosa.
Por ejemplo en el cristianismo encontramos la señal de la cruz al entrar en la iglesia tomando con la mano agua bendita del recipiente existente junto a la puerta. Incluso durante los siglos X y XI en algunos lugares se llegaba a enjuagar la boca antes de recibir la eucaristía. En el Islam es obligatorio antes de la oración de la mezquita la realización del lavado de cara, manos y pies, que opera el perdón de los pecados cometidos con esos miembros, tal y como ordena el Corán a través de la sura 5 de Almaida" o de la "mesa servida".
Aleya sexta: "¡Oh creyentes! Cuando os dispongáis a observar la oración, lavaos la cara y las manos hasta los codos; frotaos la cabeza con la mano mojada y lavaos los pies hasta los talones. Y cuando estéis polutos, mundificaos; pero si estáis enfermos o de viaje, o si venís del excusado, o habéis folgado con vuestras mujeres y no encontráis agua, recurrid a una tierra limpia y frotaos con ella vuestras caras y manos. Dios no desea imponeros carga alguna, pero sí quiere purificaros y agraciaros para que se lo agradezcáis".
En algunos rituales sectarios africanos y melanesios se llegaba a sustituir el agua por la sangre de las víctimas como forma de purificación antes de comenzar una ceremonia de iniciación.