Cuando llegó a esta conclusión, volvió a sentarse bajo un árbol (el Bo, o árbol de la iluminación) y tras pasar por varias fases en que sufrió tentaciones de los sentidos e ilusiones producidas por su propio yo, consiguió superar sus limitaciones anteriores y al alcanzar la iluminación convertirse en el Buda. Tenía entonces 35 años.
Sidarta había comprendido que el deseo era la causa del sufrimiento. El deseo crea apego y éste ata a la existencia, fomenta la ilusión del yo y sume a los seres en un estado de ignorancia en que no reconocen la naturaleza de su mente y que los condena a vivir en el samsara.
En un principio el Buda dudó sobre si debía o no enseñar el Darma (su doctrina), pero al final venció su compasión y comenzó su predicación en el parque de los ciervos, cerca de Varanasi (Benarés). Allí le oyeron sus antiguos discípulos, quienes pronto se convirtieron en arhats (los que han eliminado en su interior todos los obstáculos para llegar a la iluminación). A éstos se sumaron muchos otros y así se creó la Sanga, la comunidad de Monjes Budistas, para los que el Buda mismo dio las primeras y fundamentales normas. Reyes y devotos pronto proporcionaron tierras y edificios en los que construir monasterios para alojar el creciente número de monjes.
El Buda continuó dando enseñanzas y ejemplos hasta la edad de ochenta años, momento en que entró en profunda meditación y pasó al Nirvana (Parinirvana) (486 a.c.), pero su enseñanza quedó como guía para ayudar a todos los seres a salir del sufrimiento.