Las principales dificultades en los niños y niñas en etapa escolar se relacionan con bajo rendimiento académico, problemáticas conductuales, y dificultad en la relación con los compañeros.
En primer lugar, es fundamental comprender que los niños lo pasan tanto o más mal que los padres cuando estas situaciones comienzan a ser regulares y, por ende, se los comienza a definir desde ese actuar, es decir, cuando el niño pasa a ser el niño problema, el que molesta a los compañeros, el retraído, el flojo, el tonto, etc. Aunque su hijo se muestre indiferente, oposicionista, sin aparente interés por cambiar, eso no significa que lo esté pasando bien y que no le gustaría que las cosas fueran distintas.
En este sentido, ayuda el centrarse en los pequeños y grandes logros que va obteniendo, no sólo lo referido al colegio. Esto quiere decir el resaltar y alabar sus cualidades, esfuerzos y motivaciones. De esta forma, usted incorpora en la autoestima de su hijo elementos positivos, que le permitan compensar aquellos negativos.
Otra sugerencia es no ser reiterativo en preguntar o dar indicaciones respecto al aspecto problema. Usted puede centrar su atención en otros aspectos (puede preguntarle respecto a lo más entretenido o aburrido del día, a lo que aprendió, a cómo lo pasó con sus amigos). En general no espere mucha respuesta; lo importante es que usted le trasmite que lo valora y se interesa por su día a día, no por los resultados específicos obtenidos.
En segundo lugar, resulta fundamental el identificar si los comportamientos que presenta, o las calificaciones que obtiene, cambiaron abruptamente o más bien es un continuo en la vida escolar de su hijo. En caso de que haya notado un cambio repentino, lo más probable es que exista uno o más factores desencadenantes.
Se sugiere buscar espacios de cercanía, que faciliten una comunicación. Es importante que no centre su atención en el comportamiento problema (por ejemplo las bajas notas), pues éste es el efecto de alguna vivencia o situación que lo está aproblemando. En este sentido comuníquele que lo ha notado distinto, y pregúntele qué le gustaría hacer, qué lo pondría contento; busque espacios en lo que lo referido al colegio sea un momento grato, y tenga paciencia. Los niños viven sus penas, angustias o miedos de un modo distinto al adulto. Durante gran parte de la vida escolar de su hijo, los comportamientos, más que el lenguaje, son el medio por el que nos estarán trasmitiendo el cómo lo están pasando.
Si las dificultades a nivel del rendimiento escolar forman parte de la vida escolar de su hijo, es importante evaluar si es que hay algún problema específico en lo referido a los aprendizajes. La inteligencia implica distintas capacidades, por lo que se espera que algunas estén mejor que otras. Si conocemos las debilidades, podemos estimular esas áreas para que el desempeño sea de malo a menos malo. También hay que evaluar la motivación por el logro de nuevos aprendizajes, el significado que el niño le da al colegio y al estudio.
Respecto a las dificultades con los pares, es importante considerar que el niño pasa gran parte del día en ese ambiente, por lo que si es constantemente hostigado por compañeros, comenzará a manifestar problemáticas socio-emocionales significativas. Resulta fundamental conversar con el profesor jefe para encontrar soluciones en conjunto que favorezcan la convivencia y el respeto entre los alumnos. Junto a esto, puede preguntarle respecto a cómo observa a su hijo en sala de clases y en los recreos.
Finalmente, el mensaje que más ayudará a su hijo es que lo quieren por ser él y no por lo que logra o hace; es decir, el amor no se condiciona, es incondicional.
Katherine Girardi Mac-Taggart
Psicóloga
Universidad de Chile
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